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  • Foto del escritorMartín Anguita

El año que no pasa ni se termina

Llegamos a Foix cansados del estrés y la presión que ejercen las grandes capitales. La contaminación y el ruido constante de las metrópolis nos asqueó a tal punto de querer virarnos a un lugar, digámoslo así: diferente.


Hace un año, nuestra cabeza dijo basta y nos instalamos en un AirBnB mientras buscábamos nuestro futuro hogar. Al mes, llegó por arte de magia, aunque de arte y magia tiene bien poco, el famoso, o para ser más inclusivo, famosa: Covid19. Esta pandemia, que en ese minuto no se conocía su alcance, o quizás sí, para nuestros amigos conspirativos, provocó nuestro confinamiento (palabra y acción que no tenía precedentes hasta ese día) en Lille.


En el tren camino a la ciudad flamenca nos dimos cuenta que la vida estaba empezando a cambiar irremediablemente, ya que, si bien no había mucha gente en los andenes, todos intentaban estar lo más separados posibles para evitar el contagio.


Hicimos una parada en París Montparnasse y cambiamos de estación para coger el tren que nos llevaría a nuestro destino final. Cuando tomamos el metro en dirección a Gare du Nord, nos vimos acompañados de dos tipos de personas: viajeros que se iban a reunir con sus familias y personas en situación de calle. Estos últimos reían, o lloraban con botella en mano ante la mirada discriminadora de los viajeros que tenían donde llegar. Digo “tenían”, porque no sé si hoy tienen donde llegar.


Está complicada la cosa.


Una de las cosas que me gusta de vivir en Francia es que cambiar de ciudad, significa cambiar de acento, de clima, y a su vez da la posibilidad de degustar otra gastronomía y maravillarse con otra arquitectura.

Según nuestra primera experiencia, el confinamiento, fue un momento que sirvió para unirnos por un objetivo común. Queríamos derrotar al bicho este que nos acojona y la manera que teníamos de hacerlo era evitar los contactos físicos, tocar las ollas y aplaudir en apoyo a las personas que trabajaban en la primera línea.


Luego de dos meses y un poco más, la situación se calmó, o para los conspirativos, eso nos dijeron y pudimos retornar a lo que tanto habíamos anhelado: nuestro hogar definitivo en Foix.


Cabe resaltar que ese hogar maravilloso no tenía ningún solo mueble, razón que debíamos empezar desde cero. No sin antes, la inmejorable ayuda del hasta ahora mejor regalo que nos han hecho: un Twingo segunda generación año 2012 cortesía de mi querida suegrita.



El día que cruzamos toda Francia, llenamos el Twingo sin dejar el más mínimo espacio por utilizar, y por si fuera poco le añadimos a nuestro invitado estrella: Polo, un gatito agridulce.


El Twingo, es un mini coche económico y polivalente que fue lanzado en 1992 y que tuvo gran éxito. Casi 2,6 millones de copias de la primera versión se vendieron en todo el mundo.


Hablar del que para muchos puede ser un carricoche, nos llena de emoción, porque es a través del él que nos hemos movido a innumerables destinos y aventuras por la región en contextos de crisis sanitaria. Y no sólo por la región, le hemos sacado lustre llevándolo a Galicia, Madrid, San Sebastián, Bretagne, en fin. Hablar de ti, querido Twingo, nos saca más de una lagrimita. ¿Cómo no te vamos a querer? Sabiendo que, más encima, no te hemos tratado como mereces. No es que diga que te tratamos mal, pero te haría bien una lavadita de vez en cuando. Nuestras más sinceras disculpas.


Hoy nos desayunamos con la triste noticia de que la tercera generación del Twingo será la última, debido que, en palabras del CEO de Renault, los pequeños coches de combustión desaparecerán a causa de las reglas del juego.


Si bien es cierto que los tiempos cambian, y consigo sus reglas, pensamos que muchas veces estos acontecimientos no son necesariamente para bien, o quizás sí lo son para algunos pocos, como pensarán nuestros amigos conspirativos.


En nuestras memorias quedará este 2020-2021, que a la larga es como el año que no pasa ni se termina, que está estancado, como el periodo que cambió las reglas del juego y de paso dejó como víctimas a millones de personas en el mundo y también se llevó un pedacito de la historia automotriz.



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