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  • Foto del escritorMartín Anguita

Diego, No Maradona

Uno de los productos más grandes, comercialmente hablando es Maradona. Un jugador tocado con la varita mágica, que al pisar la dicha de la vida, nos dejaba a todos mirando para otra parte. ¿Reprocharte? Más bien a todos los sucios que te metieron la mierda esa de la cocaina.


De su vida personal se puede decir algo parecido, o eso nos muestran los medios. No lo creo. El producto argentino llegó a tan alto nivel que el personaje, creado por no se sabe quién o que organización , (pero de Argentina y/o Italia) se comió a esa persona que alguna vez fue normal y que podía salir a la calle libremente.


El 10, o el D10S hace y deshace. Y da lo mismo dónde. Se pasea en tanques en la ex Unión Soviética como presidente honorífico de un club profesional. Dirigió clubes por Medio Oriente, México e incluso la Selección Argentina.


No es necesario entrar en detalles sobre sus andanzas poco decorosas, porque no me competen. Sin embargo, sus acciones me impiden amarlo completamente.

En resumidas cuentas, creo que este personaje es especial por eso mismo. Por esa dualidad de genio prodigioso y nefasto en su vida privada. Un superhéroe sin capa que es capaz de hacerle dos goles (y no cualquiera) en plena guerra de las Malvinas a los ingleses.


Para mí, El genio del fútbol mundial entra en la misma lista que Cantinflas, el Chapulín Colorado y por qué no el chavo del 8. El problema está en que Maradona es real.

Desde aquí te digo que no compro la letra de Manu Chao, que dice: Si yo fuera Maradona, viviría como el...". Porque no hace más que darle en el gusto a tus creadores del personaje.


Eso sí, no te culpo, porque puta que debe ser complicado estar un día en tus zapatos. Es más, tampoco culpo a tus seguidores que somos el fiel reflejo de ser seres no perfectos, o mejor dicho: normales. Con la única y pequeña diferencia de que nosotros no fuimos tocados por la varita.


Te quiero Diego, pero compadezco a Maradona.





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