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  • Foto del escritorMartín Anguita

Ya no me gusta el fútbol

Corría el mes de enero cuando vi un anuncio en Instagram que llamaba a pruebas masivas a jugadores de fútbol en Ghana. El afiche no era bonito, lógicamente aquí entra mi visión occidentalizada, sin embargo el evento se celebraría en un conocido centro deportivo de Accra, el Lizzy Complex, de propiedad del ex campeón del mundo Marcell Desally. Esto me hizo pensar que el evento era serio. El scouting sería para jugadores sub 25, yo tengo esa edad, pero quería jugar.


Por Martín Anguita


Con algunos de los jugadores de la fundación que formaron parte de la prueba.

El evento consistió en que cada chico debía llevar su indumentaria deportiva y pagar la suma de 25 dólares. En Ghana, el salario mínimo es de 66,44USD mensuales. Esta era la oportunidad para convertirse en futbolistas profesionales.


La organización, que no quiero mencionar su nombre por miedo a represalias, (hace 4 meses asesinaron a un periodista que investigaba este tipo de estafas), grabaría los diferentes encuentros y al finalizar la jornada le enviaría el material a diversos clubes del viejo continente y Estados Unidos. Destacar que no había ningún dato específico de algún equipo.


En ese momento me encontraba colaborando en la organización AYPAD (África Youth for Peace and Development), donde buscábamos generar empoderamiento comunitario y líderes sociales. En esta línea, junto con el director de la fundación, nos pareció que llevar a algunos chicos sería una buena idea. Considerando que tienen nivel para poder optar a una oportunidad como futbolistas profesionales.


El día programado era el 20 de enero, fecha en que cumplí mis 25, por lo que estaba nervioso de que no me dejaran jugar. Estaba motivado y quería ser parte del proceso.

Al llegar a la cancha me encontré con cerca de 90 chicos. Podía sentir las ganas y el sueño de ser futbolistas profesionales. Me pregunté si alguno lo lograría finalmente. La cancha estaba en pésimas condiciones, no la habían regado hace semanas y no habían marcado las líneas de la cancha. Supuse que era porque estaba a la venta.


Previo al inicio del primer partido de la jornada.


A las 14:00 horas y con un calor que superaba los 35 grados, salí a la cancha con el primer grupo. Antes de comenzar, un tipo vestido elegantemente nos daba ánimos para dar lo mejor de nosotros. No me daba la más mínima confianza.


Dentro de mi equipo estaban unos chicos nigerianos que habían sido seleccionados en unas pruebas similares en Lagos. El desempeño de estos fue nefasto y perdimos inapelablemente 3-0. Algo andaba mal. ¿Por qué chicos supuestamente reclutados no daban el nivel?


Luego fue el turno de los siguientes jugadores que esperaban ansiosos que la cámara los grabara para poder hacer esa pirueta o ese golazo que tanto habían soñado. Los ghaneses se jugaron al máximo cada oportunidad, creyendo que eso los pondría en un avión en dirección a sus sueños


Entremedio de los partidos había un tipo, que les pedía a los jugadores que posaran ante su cámara y los chicos, acto seguido, hacían fila para estampar sus rostros como en una lámina de álbum de figuritas.


Acción en el Lizzy Complex de Accra.


Después del último partido, el mismo hombre elegante nos juntó a todos e hizo el cierre de la jornada. Sus palabras decían algo como: “Los sueños hay que perseguirlos y yo les entrego las oportunidades para que sean jugadores profesionales. Si no consiguen quedar en los equipos tendrán mi contacto y eso puede marcar la diferencia. El 1 de febrero nos contactaremos con los seleccionados”. Al terminar el discurso, muchos siguieron la misma lógica de la fotografía, se pusieron en fila para poderse sacar una foto con este tipo.


Así terminaba mi cumpleaños número 25, donde me fui con la cabeza gacha y con más de una lágrima.


El 2 de febrero recibí un correo y un mensaje de texto donde salía que había quedado seleccionado para unas pruebas en Estados Unidos. Curiosamente, los chicos de la fundación y unos jugadores con los que tomé contacto terminaron siendo seleccionados. ¿Qué felicidad? Por ningún motivo, era una estafa donde se nos estaba invitando a pagar la inscripción de 950 USD para poder ser parte. Todo esto sin saber cuál era el equipo al que iríamos.



Las pruebas masivas de jugadores para reclutarlos en nombre de clubes de América y Europa, es una metodología muy utilizada para el tráfico de personas, donde no se busca el desarrollo del jugador, sino que enriquecerse de la mano de personas que cometieron el error de soñar.


Sentir el fútbol desde este lado de la tierra me hace replantearme muchas cosas, no solamente en el ámbito de este deporte, sino que a nivel de sociedad. He jugado fútbol durante toda mi vida, pero sabiendo que es un juego. El fútbol ya no me hará soñar, porque ya no me gusta tanto.



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